Selva de Irati en autocaravana

Itinerario del viaje
Valle del Roncal desde Restaurante Venta de Juan Pito
Valle del Roncal desde Restaurante Venta de Juan Pito

Desde que nos entregaron a la Bicha siempre hemos tenido en mente visitar los Pirineos. Nos encanta la naturaleza y uno de los momentos que más disfrutamos en ruta es cuando entramos en esos espacios de naturaleza desbordante.

 

Sin embargo, dada la distancia a la que se encuentra cualquier zona de los Pirineos de Madrid, no es un viaje que podamos hacer en un fin de semana, por lo que las opciones de visitarlos en una época de clima amable se reduce mucho. En el viaje que documento en esta entrada aprovechamos el puente del día de la Hispanidad para visitar una zona que teniamos marcado en rojo en el mapa: La Selva de Irati en autocaravana.

Noche 1 – Ágreda

Salimos el viernes por la tarde con la idea de hacer el máximo camino posible. Sin un destino predeterminado. Ya una vez había anochecido y empezabamos a estar cansados buscamos el área de autocaravanas que nos pillara más a mano en la ruta. Para estas cosas solemos tirar de Park4Night. En plena espesura de Soria pusimos como destino Ágreda.

 

El área de autocaravanas de Ágreda está en una arboleda, junto a un parque. Un sitio muy agradable. Cómo llegamos algo tarde aparcamos rápidamente para intentar molestar lo menos posible. Preparamos la cena y nos fuimos a dormir pronto. Al día siguiente tocaba madrugar.

 

El área de autocaravanas de Ágreda nos gustó mucho y como siempre hacemos en los pueblos que piensan en la autocaravanas queríamos visitarlo para agradecer su amabilidad. En esa noche nos cogía en pleno viaje a Navarra y no teníamos oportunidad, pero en la vuelta la cosa sería distinta. Además había algo en relación a este pueblo que me rondaba por la cabeza y no era capaz de recordar el por qué. Ya habría tiempo para averiguarlo.

Noche 2 – Vidángoz

Nos levantamos temprano para vaciar el poco agua que teníamos en el depósito de grises, llenar y ponernos en ruta cuanto antes. Teníamos un día intenso por delante.

 

A lo largo de la mañana íbamos e empezar a acercarnos a los Pirineos. El paisaje, en pocos kilómetros iba a ir cambiando. De la espesura soriana al sur árido de Navarra. Y finalmente la carretera empieza a picar poco a poco hacia arriba, se estrecha y empieza a serpentear sorteando las primeras estribaciones pineraicas. Casi sin darnos cuenta habíuamos entrado en los bosques del norte de Navarra y mirásemos donde mirásemos sólo veíamos paisajes de naturaleza esplendorosa.

Ochagavía

A media mañana llegamos a Ochagavía. Un bonito pueblo de montaña, con grandes caseríos y atravesado por el río Anduña.

 

Las calles son estrechas y no es fácil aparcar por lo que nos dirigimos al aparcamiento de autocaravanas para intentar aparcar y dar una vuelta por el pueblo. El aparcamiento no es de los mejores y estaba lleno. Finalmente conseguimos aparcar detrás de una nave industrial en un descampado de grava.

 

El paseo por el pueblo fue muy agradable y aprovechamos para comprar un poco de pan para la comida. Además pasamos por la oficina de turismo para informarnos sobre las opciones para visitar la Selva de Irati. Ahí descubrimos que hay dos entradas al paraje que llaman Casas de Irati. Viendo las opciones que teníamos por delante y que no nos convencía para nada la zona para dormir decidimos que iríamos a Irati, comeríamos allí y aprovecharíamos la tarde haciendo alguna ruta.

Selva de Irati

Salimos de Ochagavía por la NA-2012 que sale del mismo pueblo. En ese punto hay una puerta que se usa para regular el aforo y no saturarlo. Pasamos la barrera sin problema y comenzamos uno de los tramos de carretera que más nos ha gustado hacer con la Bicha.

 

Es una carretera de montaña (yo diría que casi de alta montaña) que discurre entre impresionantes bosques. La distancia hasta las Casas de Irati es de unos 23 km y hay que subir un puerto, en cuya cumbre es muy recomendable pararse y disfrutar de las impresionantes vistas desde el mirador de Tapla. Con un poco de suerte podrás ver los caballos que andan pastando por aquellos pastos de alta montaña.

Siguiendo la carretera llegamos a las casas de Irati, que es el lugar donde hay un parking desde donde se inician varias rutas. Comimos en el parking (garbanzos con oreja😉) Pedimos información en la caseta que hay allí y decidimos hacer la ruta de la Cascada del Cubo. La ruta es muy sencilla, ideal para hacer con niños, pero a nosotros nos supo a poco. Por lo que hicimos un tramo de la ruta que va al embalse de Irabia. Esta segunda ruta no tiene mucho desnivel y es ideal para hacer en bici. El camino en el tramo que nosotros hicimos estaba bastante bien y no requería de mucha técnica. Me quedé con muchas ganas de probarlo con las bicis. El paraje en cuanto a naturaleza es probablemente el más bonito en el que hemos estado en España. Después de esa tarde nos dimos cuenta que ese viaje bien merécía por lo menos dos días más para hacer algunas rutas más en el corazón de Irati. Volveremos.
Vidángoz

Antes de que añocheciera volvimos disfrutando de la carretera hasta Ochagavía. Nos envolvió esa atmosfera melancólica que únicamente es capaz de producir un bosque al atardecer mientras se levanta la bruma.

 

El aparcamiento de autocaravanas estaba saturado y decidimos probar suerte en el camping que hay cerca del pueblo. Error. Saturado, mal organizado y atención muy desagradable. Nos costó 20 minutos poder maniobrar y poder salir del camping. Aprovechamos el «secuestro» para buscar un sitio donde dormir en Park4Nigth (como nos gusta esta aplicación). Vimos un pueblo llamado Vidángoz enclavado en un puerto de montaña que une el Valle de Salazar con el Valle del Roncal. Como nos gusta más un puerto que un caramelo a un niño hacía allí apuntamos nuestra brújula.

 

Llegamos de noche al pueblo, al que se llega por una carretera que termina en la entrada del pueblo. El área de autocaravanas es pequeña, pero había sitio de sobra. Aparcamos y decidimos ir al pueblo a dar una vuelta y ver si encontrabamos un sitio donde cenar algo. No nos apetecía ponernos a cocinar.

 

El pueblo es muy pequeñito, pero tiene mucho encanto. Sorprende el tamaño de las casas y lo bien cuidadas que están. Es una constante en la comarca. Encontramos el bar del pueblo abierto (Bar Daniela) y pasamos un rato encantador. Pedimos unos bocadillos para llevar y comer en la autocaravana y mientras los preparaban nos tomamos unas cervezas. La charla con el tabernero (dicho con todo el cariño que ese termino inspira a un lector de Tolkien) fue muy amena y además nos llevamos apuntadas recomendaciones para el día siguiente. Eso y un decimo de la loteria de Navidad que nos hizo no tener pérdidas ese año en la loteria.

Noche 3 – Refugio de Belagua

Nos despetamos pronto y desayunamos fuerte. Teníamos un día con mucha actividad por delante. El día ajetreado de todo el viaje. En el bar de Vidangoz nos aconsejaron varios sitios que visitar en el valle del Roncal y queríamos conocer todos.

Cueva del Ibón

Nuestro primer destino del día era la cueva del Ibón. Pero para llegar al Valle del Roncal debíamos bajar desde Vidángoz por una carreterita de montaña, y nos llevó un ratito. Mucho más de lo que esperas tardar en recorrer 23 Km.

 

Nos cruzamos con un par de compañeros que iban hacia arriba dirección Vidángoz y el cruce fue de los divertidos, de los que se tiene que bajar uno de los acompañantes para indicar y aún así las autocaravanas pasan echando chispas.

 

Finalmente llegamos a la cueva del Ibón. Queda muy cerca del puente románico de Isaba, y justo al lado de la carretera NA-137. Si esperas ir a un lugar donde comienza una ruta que te lleva a la cueva, olvidate. Es visita de aparacar, bajarte a ver la cueva y seguir ruta. En ese punto la carretera discurre junto al río Belagua, que corre encañonado, por lo que no hay mucho sitio para aparcar. Nosotros no tuvimos mucho problema para hacerlo.

 

La cueva en sí tiene pinta de ser un lugar por el que corre agua y sale hacia afuera en una cascada que discurre hasta el rio Belagua. En el momento en que nosotros la visitamos estaba totalmente seca y pudimos entrar dentro.

Desde ahí sale una ruta que lleva a la Cascaca de Belabartze, nuestro siguiente destino. Pero el desnivel a salvar es bastante grande desde ese punto y no teniamos mucho tiempo. Queríamos ir a comer a un restaurante que nos habían recomendado en Vidángoz. Por lo que cogimos la Bicha para ir a la cascada de Belabartze desde un punto más cercano.

Cascada de Belabartze

Desde la cueva del Ibón, dirección Francia por la carretera NA-137 hacia la derecha encuentras un desvío a la carretera NA-2000. Después de subir durante unos cuantos Km te encuentras un pequeño parking desde donde sale una ruta que te lleva  la cascada de Belabartze, pero esta vez con un desnivel menor, y con una distancia más asumible si no tienes mucho tiempo para hacer la ruta.

 

La ruta nos encantó. Bajas por un sendero con cierto desnivel entre un bosque precioso y con el color verde invadiendo todo, incluso las piedras. La cascada es muy bonita, pero está bastante saturada. Mejor ir un poco a deshoras.

Restaurante venta de Juan Pito

Cuando fuimos la noche anterior al Bar Daniela en Vidángoz y estuvimos hablando con el camarero respecto a qué visitar en el valle del Roncal una de las cosas en las que nos insistieron mucho es en comer en la venta de Juan Pito. Nos avisaron que había que ir un poco pronto porque suele estar muy concurrido y no es muy grande.

El restaurante se encuentra en pleno puerto de la Piedra de San Martín que lleva en su cumbre a la frontera con Francia. Si vienes subiendo el puerto desde el valle del Roncal te encuentras la venta a tu izquierda en la primera horquilla hacia la derecha de varias seguidas que tiene este puerto de alta montaña.

Llegamos a eso de las 13:00 y aparcamos al lado de la carreterita que sube hasta el restaurante. La zona alta y llana donde se asienta el restaurante estaba ya ocupada. Pedimos turno y nos dijeron que había para una hora y media de espera por lo menos. Aprovechamos que desde el propio restaurante se marcaba una ruta de senderismo que pasaba justo por detrás y nos fuimos a dar una vuelta.

Volvimos al restaurante para comprobar que poco había avanzado la cola. Aprovechamos para tomar unas cañitas con un poco de chistorra al sol y con unas vistas espectaculares del valle del Roncal mientras esperábamos. Además tuvimos una charla muy agradable con un par de matrimonios que estaban justo delante de nosotros en la cola y nos recomendaron pedir las chuletas de cabrito.

 

Después de una larga espera pudimos entrar a comer. El restaurante en sí es muy humilde. Una edificación de alta montaña con una chimenea y unas mesas de madera con unos bancos corridos. La carta no es muy variada, pero tiene unos platos caseros y productos de una calidad excelente. Las chuletas de cabrito, impresionantes.

Refugio de Belagua

Una vez comimos, decidimos seguir puerto hacía arriba y disfrutar de los paisajes de alta montaña. Si llevarámos un histórico de desnivel acumulado (como los ciclistas en el Tour de Francia) que hemos hecho con la Bicha, sería sorprendete.

 

Paramos en el mirador de Larra-Belagua para disfrutar de las vista y echar unas fotos y continuamos puerto arriba dirección Francia. Al pasar junto al Refugio de Belagua vimos bastantes autocaravanas aparcadas en el parking. No teníamos identificado un lugar para dormir esa noche y si no encontrabamos nada estabamos pensando volver al área de Vidángoz. Como llevábamos el depósito de agua lleno nos pareció un planazo pasar la noche junto al refugio. Iba a ser la máxima altitud a la que habíamos dormido hasta la fecha: 1.428 m.

Aparcarmos en una zona llana y nivelada y salimos a dar una vuelta por los alrededores, bien abrigados porque hacía bastante viento y se notaba el frío de la montaña. Nos encantó el lugar. Nos duchamos, cenamos y pasamos una noche muy tranquila.

Noche 4 – Ágreda

Yacimiento romano de Santa Criz de Eslava

Amanecimos en el refugio de Belagua y desayunamos con unas vistas encantadoras. Arrancaba el último día del viaje y ya empezamos a ir hacia el sur poco a poco deshaciendo el camino. El plan del día pasaba por Olite, las Bárdenas Reales y queríamos pasar la tarde en Senda Viva, un parque de atracciones basado en la naturaleza para que disfrutara Martín.

 

Así que salimos del refugio y cogimos dirección Olite. La ruta nos llevaba puerto abajo y recorría todo el valle del Roncal. Disfrutamos de las vistas y los paisajes mientras empezábamos a dejar atrás los Pirineos. Nos supo a poco estos tres días y quedamos en volver en no mucho tiempo.

 

A la altura de Eslava, muy cerca ya de Olite vimos una indicación a un yacimiento romano y decidimos parar a visitarlo. En el yacimiento romano de Santa Criz de Eslava puedes visitar los pocos restos que quedan de una pequeña ciudad romana. No hay nada muy destacable, pero la visita es gratuíta y en un agradable paseo de 30-45 minutos lo visitas. No deja de tener el encanto de los lugares que estuvieron habitados hace dos mil años.

 

A lo largo de la visita identifiqué algunas señales de espoleo: una casa de campo abandonada en la que se apreciaba que habían utilizado sillares del yacimiento para contruirla, la necrópolis estaba a pocos metros de un campo recién arado y apenas quedaban los cimientos. Salí de allí con la idea de que muchas de las piedras del lugar están adornando algunas de las casas del pueblo. Típico de nuestro país. Decimos quererlo mucho, pero no cuidamos sus tesoros como se merece.

Olite

Llegamos a Olite a eso de las 12:30. Fuimos directos al área de autocaravanas de Olite a ver si había alguna plaza libre. Está muy cerca del centro y es una opción ideal para aparcar para visitar el pueblo.

 

Por suerte había una plaza libre. Aprovechamos para hacer los servicios antes de empezar la visita. Mientras hacíamos los servicios tuvimos un momento muy desagradable. Llegó un holandés con una caravana (sí una caravana) y quiso aparcar en nuestra plaza. Rocío le intentó explicar que esa plaza era nuestra y que estabamos terminando de hacer los servicios. Pero el holandés en cuestión era de esos cabezacuadradas que no entran en razón y estaba decidido a poner la caravana en nuestra plaza. El ambiente se tensó mucho, casi hasta la violencia y finalmente metimos la autocaravana en la plaza a las bravas. Es alucinante la cabezonería de esta gente en algunas ocasiones. Ni explicándole que estabamos antes que él y que además eso es un área de autocaravanas huvo forma de que entrará en razón.

 

Nos fuimos a dar una vuelta por Olite y nos pareció muy pintoresco. El Palacio Real es precioso, aunque sólo lo vimos por fuera. Hacía muchisimo calor y la visita nos iba a llevar mucho tiempo. Preferimos seguir con el paseo y buscar una panadería para irnos a las Bárdenas Reales y hacernos la comida en la Bicha.

Bárdenas Reales

Una de las cosas que más nos llamó la atención de Navarra es la diversidad de paisajes que te puedes encontrar. Esa misma mañana amanecimos a 1.400 m de altitud en plenos Pirineos y acabas comiendo en mitad de un desierto.


Aparcamos en un lugar llamado Cabezo de las Cortinillas. Un lugar muy tranquilo en mitad de las Bárdenas Reales. Comimos y nos fuimos a dar una vuelta por los alrededores.

Las Bárdenas Reales es un lugar muy pintoresco y de visita obligada si vas de viaje a Navarra. Pero bajo nuestro punto de vista no es necesario dedicarle mucho tiempo. Con una visita de una o dos horas te da tiempo más que suficiente para apreciar los paisajes y darte una vuelta por una de sus montículos.

Senda Viva

Llegamos a las 17:00 a Senda Viva, que está muy cerca de las Bárdenas.  Aparcamos un poco lejos de la puerta porque estaba bastante gente. El parque está muy bien montado y se nota que lo mantienen bien. Consiste en una especie de zoo y parque de atracciones con los animales en semilibertad y con algunas atracciones para ir amenizando la visita. 

A Martín le gusto mucho y se nos pasó la tarde de forma muy amena. Lo que más nos gustó fué el trineo de verano, al estilo de los que puedes ver en Alemania por la zona de la Selva Negra y Baviera. En este coges más velocidad de los que hemos probado en Alemania.

 

Una de las cosas a destacar del parque es que no te da esa sensación de depresión que da por ejemplo el Zoo de Madrid cuando visitas y ves las jaulas donde están los animales.

 

A nosotros nos faltó algo de tiempo para terminar de visitarlo bien antes de que cerraran. Pero claro, nosotros llegamos a las 17:00. Se nos hace dificil pensar en estar allí un día completo. Con una mañana completa es más que suficiente para disfrutar del parque bajo nuestro punto de vista.

 
Ágreda

Llegámos a Ágreda, el punto donde iniciamos ese viaje cuatro días atrás, a eso de las 21:30. Estábamos muy cansados. El día había sido de los ajetreados. Amanecimos en los Pirineos, en un refugio de montaña, pasamos por un desierto, nos divertimos en un parque de atracciones y acabamos durmiendo en una área de autocaravanas en mitad de Soria. Uno de esos días que sólo puedes hacer con esta forma de viajar. Que bonito es viajar en autocaravana 🙂

Como ya comenté al inicio del viaje, Ágreda nos resultaba familiar y no sabíamos por qué. Esa noche mientras cenábamos lo recordé. Hacía unas semanas estuvimos viendo un capítulo del programa Otros Mundos del escritor Javier Sierra en el que hablaba de la Dama Azúl. La Dama Azul no es otra que Sor María Jesús de Ágreda, de la que se dice que era capáz de prácticar la bilocación, que consiste en estar en dos lugares a la vez. En su caso, se dice que fue capaz de aparecerse a algunas tribus de norteamérica y evangelizarlos sin salir del Convento de la Concepción en la villa de Ágreda.
En el capítulo del que hablo, Javier Sierra nos cuenta como en su juventud descubrió este caso, y como viajó en plena tormenta de nieve a Ágreda y visitó el convento donde descansa el cuerpo incorrupto de la Santa. El programa incluía una recreación en las que salía el propio convento.
Ese último día del viaje lo aprovechamos visitando la villa y recreando la visita de hace años de Javier Sierra. Cuando entramos en la iglesia del convento, las monjas estaban rezando en una zona oculta y elevada de la iglesia, ya que son de clausura y había  un ambiente muy místico y algo tétrico con el cuerpo incorrupto de Sor María de Jesús en un féretro de cristal. Martín se asustó y nos fuímos.

Comimos en el pueblo y iniciamos el viaje de regreso a casa.

Mapa de ruta

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Galería de imágenes

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